Las personas que por motivos de salud o enfermedad no pueden tener una movilidad suficiente, y deben permanecer mucho tiempo en la misma posición en una cama o silla de ruedas, pueden llegar a desarrollar úlceras por presión, también llamadas úlceras de decúbito. Estas úlceras se producen porque la piel ve mermado su riego sanguíneo en la zona donde se ejerce más presión, en la cama o en la silla, y la piel no recibe la suficiente sangre para sobrevivir.
Estas úlceras, además de por la poca movilidad, también se pueden desarrollar si no se sigue una alimentación adecuada, el paciente padece una enfermedad que afecta a la circulación de la sangre o tener la piel demasiado frágil, entre otros.
Para poder identificar estas úlceras, los primeros síntomas que notaremos en la persona que las padece es la aparición de una zona dolorosa y enrojecida que, con el paso de los días se vuelve blanca. Después pueden aparecer ampollas y llagas, y la piel ya se muestra más irritada de lo habitual. Si el problema no se trata en ese mismo instante, la piel puede sufrir daños mayores, como el llamado cráter, un agujero abierto y hundido en el tejido. Y, finalmente, en el peor de los casos, la úlcera puede afectar al músculo, el hueso o las articulaciones.
Para poder prevenir la aparición de estas úlceras, lo primordial es mantener una adecuada higiene de la zona que está en contacto permanente con la cama o silla de ruedas, utilizando un gel o jabón neutro, aclarando la zona con agua tibia. La piel debe estar siempre limpia y seca, y el uso de empapadores o colectores favorecen la transpiración y mantienen la humedad alejada.
También debemos evitar el uso y abuso de colonias, ya que resecan la piel, pero sí se debe mantener la piel bien hidratada. Para conseguirlo es conveniente aplicar de forma suave, soluciones especiales para la prevención de úlceras: ácidos grasos hiperoxigenados, en las zonas de riesgo de presión. Además, es adecuado que el paciente se vista con prendas hechas de tejidos naturales, secas y sin arrugas.
Pero una higiene e hidratación adecuadas no resultan suficientes para evitar la aparición de estas úlceras, pues otro aspecto fundamental para evitar su aparición es que cambiemos de posición o movamos el cuerpo del paciente cada dos o tres horas, durante un máximo de 30 minutos. También hay que buscar una alineación corporal que distribuya el peso de manera uniforme y utilizar dispositivos que disminuyan la presión en la zona afectada, como por ejemplo los protectores de codos y talones o los colchones antiescaras.
Si tomamos estas medidas podemos reducir mucho la aparición de estas úlceras, pero si aún así aparecen, sobre todo en las zonas donde el hueso está más cerca de la piel, como las rodillas, los tobillos o las caderas, el primer paso es una evaluación médica exhaustiva, normalmente de carácter multidisciplinario. Posteriormente, el propósito principal es reducir la presión que ha provocado su aparición cambiando de posición al paciente y empleando superficies de apoyo que protejan la piel.
Después, se debe llevar a cabo la limpieza y el vendaje de las heridas, siempre con mucha delicadeza. Si fuera necesario, el médico podría utilizar una solución de agua salada antes de cambiar el vendaje, cuya función es acelerar el proceso de curación al mantener la herida húmeda, creando una barrera contra las infecciones y manteniendo la piel circundante seca.
Si la úlcera se encuentra ya muy avanzada, es aconsejable la extracción del tejido dañado, muerto o infectado. Además, podemos recurrir al consumo de medicamentos para controlar el dolor o la infección, así como pautar al paciente el seguimiento de una dieta que acelere la curación de las heridas, a base de grandes dosis de vitaminas, y una correcta hidratación.
En Asistencia Médica en Casa, tenemos los mejores profesionales para los cuidados diarios que pueda necesitar tu familiar, pues contamos con muchos años de experiencia para que, si no puedes cuidarlo, lo podamos hacer nosotros con el mismo cariño que tú le pondrías.