La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la atención especializada en el domicilio como “un sistema eficaz de asistencia domiciliaria que exige que el enfermo reciba en su casa una atención equivalente, en cuanto sea posible, a la proporcionada a los enfermos en un hospital”.  

Y es que, con el paso de los años y el deterioro de la salud, muchas personas dejan de ser autónomas para poder realizar las tareas diarias, o simplemente enferman y necesitan cuidados habituales. Las familias muchas veces deciden ingresarlos en residencias geriátricas o centros médicos especializados, cuando, prácticamente en la totalidad de los casos, pueden ser tratados en su hogar, en su entorno, mediante la asistencia médica en casa.

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El cuidador profesional es aquel que presta cuidados en una institución pública o entidad, con y sin ánimo de lucro, o también como un profesional que presta servicios a personas en situación de dependencia, ya sean en su hogar o en un centro. Si bien es cierto que se percibe de manera distinta al cuidador que trabaja en un entorno residencial que aquel que desempeña sus labores en un entorno domiciliario, ambos trabajos ya sean familiares o profesionales, tienen mucho en común, pues ambos poseen una serie de cualidades que se recogen en el decálogo del buen cuidador, que os compartimos hoy.

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